El investigador Douglas Farah -presidente de IBI Consultores y especialista en los vínculos que mantienen algunos gobiernos, el narcotráfico y los grupos terroristas- presentó este miércoles ante la Cámara de Representantes de EEUU un balance sobre las actuales amenazas que las organizaciones delictivas transnacionales representan para el continente americano y pidió mayor atención a la influencia de China, Irán y Rusia en la región.
Farah afirmó que América Latina se enfrenta a un “sinfín de retos transversales y transfronterizos” que amenazan directamente no sólo los intereses estratégicos de Estados Unidos, sino también los pilares clave que han sustentado las alianzas de larga data en toda la región. “A medida que las redes ilícitas amplían su control territorial, sus ecosistemas de corrupción, su poder político y sus líneas de productos, cuentan con la ayuda y la instigación de actores extrarregionales como China, Rusia e Irán, que socavan el Estado de derecho y desafían directamente los objetivos y las iniciativas de Estados Unidos en el hemisferio occidental”, declaró ante un comité de la Cámara baja del Congreso de EEUU.
“Rusia y China consideran América Latina un escenario clave de la competencia entre grandes potencias y actúan en consecuencia. Estados Unidos debe renunciar a la autocomplacencia inherente a haber sido el socio internacional preferido de la mayoría de la región durante un siglo, y buscar nuevos compromisos creativos con sus socios. Un compromiso de mayor calidad, más amplio y más sostenido con las comunidades adecuadas contribuirá en gran medida a reforzar la democracia, la sociedad civil y la estabilidad regional”, aseveró el experto.
Y señaló cuáles son los mayores focos de crimen organizado que “plantean nuevos retos a las fuerzas de seguridad y a las comunidades políticas de la región, que son de gran alcance y amenazan con acelerar las tendencias negativas si no se abordan con eficacia”.
“Desde su aparición en el panorama delictivo como bandas carcelarias a mediados de la década de 1990, tanto la MS-13 (Mara Salvatrucha) en Centroamérica como el PCC (Primeiro Comando da Capital) en Brasil han sido identificados principalmente como matones callejeros conocidos por su violencia despiadada, sus llamativos tatuajes, sus redes de extorsión en los barrios y su insularidad cultural”, declaró Farah. Y advirtió que aunque esta tipología fue válida durante muchos años, ambos grupos se han convertido en amenazas delictivas transnacionales, por lo que la nomenclatura anterior resulta obsoleta e inexacta.
Farah remarcó que esta unión de grupos delictivos transnacionales que han pasado de ser bandas a ser grupos integrados en comunidades “plantea enormes y poco comprendidos desafíos a los intereses estratégicos de Estados Unidos y a su capacidad para responder eficazmente a la creciente inestabilidad hemisférica”. Arraigados en sus comunidades, es probable que este tipo de grupos delictivos se expandan por todo el hemisferio.
“La MS-13, que opera principalmente en el Triángulo Norte de Centroamérica (El Salvador, Honduras y Guatemala), y el PCC, con base en São Paulo (y activo en la mayoría de los estados brasileños), son ahora amenazas criminales, políticas y militares de primer orden para la estabilidad del hemisferio”, dijo, y afirmó que estos grupos están cada vez más implicados en el tráfico mundial de drogas, la política y los conflictos armados del hemisferio.
Advirtió que la MS-13 sigue circunscrita en gran medida al norte de Centroamérica y Estados Unidos, con una presencia cada vez mayor en México. Y manifestó que supone una “amenaza existencial” para los gobiernos de El Salvador y Honduras, países pequeños cuya principal importancia estratégica deriva de su proximidad a Estados Unidos.