Argentina se metió en semis del Mundial de Qatar gracias a un enorme Dibu Martínez en los penales ante Países Bajos

Los jugadores siguen festejando. La gente sigue festejando. Y no es para menos. La Selección Argentina ya está entre los cuatro mejores del planeta. Hizo todo para avanzar a las semifinales. Y lo consiguió.

Pero tuvo que sufrir demasiado. Las distracciones en los últimos diez minutos de los 90 y en los diez minutos de tiempo agregado que dio el árbitro español Antonio Mateu Lahoz, de floja actuación, fueron un castigo demasiado grande para un equipo que siempre buscó ante un rival que le sacó jugo al desierto de Qatar.

Ganaba Argentina 2-0, otra vez de la mano de un Messi magistral. Pero Países Bajos no se rindió, se acercó con un gol que se encontró de regalo y tuvo su premio excesivo con una jugada de laboratorio en el último minuto.

La Scaloneta, valiente, lo buscó en el alargue. Lo debió haber ganado ahí de nuevo. Pero tuvo que esperar a la tanda por penales para que un enorme Dibu Martínez, con dos atajadones que serán leyenda, le diera el ticket para llegar a Croacia. Sí, Argentina cruzó otra vez el Rubicón. Y jugará los siete partidos en este Mundial, tan exótico como mágico, de Qatar.

Treinta y dos minutos fue lo que tardaron en patear al arco este ensordecedor Lusail, otra vez con mayoría argentina en las tribunas. Un tímido remate de De Paul, que no vio que podía descargar en Mac Allister, terminó en las manos del gigante Noppert.

Fue un aviso. Pasaron 120 segundos y Messi se disfrazó de rey mago. No importa si es Melchor, Gaspar o Baltazar. Lo que importa es que recibió volcado a la derecha tras un pase de Nahuel Molina, se sacó de encima a De Jong y le dio un paseo a Nathan Aké. Un pasito para acá, otro pasito para allá. Y el grandote del City ya no sabía qué hacer. En realidad, nadie sabía qué iba a hacer. Solo Molina, que picó por su carril, le comió la espalda a Blind y, tras controlar, punteó de derecha ante la salida de Noppert.

Ese gol destrabó el partido. Hasta entonces todo había sido medido. Todo había sido nervios. Había arrancado mejor la Selección Argentina controlando el juego y tratando de avanzar, siempre manteniendo un equipo corto, con los tres centrales bien adelantados para recuperar rápido.

De Paul, sin muestras de las molestias, aunque con un vendaje en el muslo derecho, había tenido la más clara con un remate que se estrelló contra la humanidad de Julián Álvarez. El primer cuarto de hora fue de predominio territorial para los de Scaloni.

Pero en un momento se encendió De Jong y Holanda empezó a adueñarse de la pelota. Le faltó profundizar. Pero pasó a ser el dominador del juego. Así empezó a merodear el área de Dibu Martínez. La más clara fue una combinación entre Memphis y Bergwijn, que el delantero del Ajax culminó con un remate defectuoso.

En ese momento, la hinchada argentina, amplia mayoría en este nido enorme de la Ciudad de la Energía, entendió que hacía falta un poco de aliento. Y empezó a empujar desde afuera. Casualidad o no, la Scaloneta empezó a levantar. Y llegó ese tiro de De Paul. Y la genialidad de Messi para que Molina se convirtiera en un goleador impensado.

Países Bajos intentó reaccionar. Y fue un poco más a fondo. El juego se hizo un poco más trabado. Y llegaron las amarillas. Primero para Timber, enseguida para Acuña -que llegó a las dos amonestaciones, al igual que Montiel- y al toque Cuti Romero que metió la mano donde no debía. El equipo de Van Gaal, no obstante, solo inquietó con centros. Y Dibu, que hasta entonces no había tocado la pelota, brindó seguridad en el juego aéreo.

Van Gaal no quedó nada conforme y en el segundo tiempo sacó a De Roon y Bergwijn, de flojos 45 minutos iniciales, y les dio cuerda a Koopmeiners y Berghuis -que se puso de enlace y corrió a Gakpo como puntero-.

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