El jueves 4 de agosto se cumplieron 60 años del deceso de Norma Jeane Morteson, mucho más conocida como Marilyn Monroe, símbolo sexual del cine, estrella legendaria de Hollywood e ícono pop, a quien hallaron muerta en su casa de Brentwood, Los Ángeles, por sobredosis de pastillas, según dictaminó la autopsia oficial, aun cuando al día hoy no dejan de sobrevolar teorías conspirativas sobre su deceso que incluyen a los hermanos Kennedy y Jimmy Hoffa, entre otros.
Nacida en Los Ángeles en 1926 con una madre con alteraciones mentales, abandonada en un orfanato, abusada desde pequeña, Marilyn falleció a los 36 años, en la cúspide del estrellato pero extraviada en varios sentidos.
Antes de encontrar su lugar definitivo en Hollywood, donde se transformó en una de las estrellas de los megaestudios de la meca del cine y una de las actrices más requeridas y cotizadas del mercado así como la que generaba más ganancias, fue trabajadora fabril y modelo de almanaques.
A su ingreso en la industria del cine pasó por diversas producciones en papeles muy menores, algunos de los cuales no la registraron en sus repartos, hasta que en 1950 tomó parte de «Mientras la ciudad duerme» («The Asphalt Jungle»), un policial negro que el director John Huston dirigió con figuras del momento como Sterling Hayden, Jean Hagen, James Whitmore, Sam Jaffe y Louis Calhern.
Ese filme fue el puntapié inicial de una ascendente e irrefrenable carrera cinematográfica que finalizó muy pronto, con dos decenas de películas que la tuvieron como protagonista y un final abrupto y trágico en una noche en que, se dice, sonaron muchos teléfonos que nadie se animó a contestar.
En la película de Huston, con 23 años, Marilyn interviene en dos secuencias -una a mitad del metraje y la otra al final, en una instancia definitiva- en la que aportó una luminosidad totalmente opuesta a la grisura y la impiedad de aquel mundo de gánsters sin destino.