En un evento apoteósico , muy colorido y recordando la historia reciente violenta del conflicto armado la Iglesia católica salvadoreña beatificó este sábado a dos sacerdotes y dos laicos asesinados por “odio a la fe y la justicia”, por los fatídicos escuadrones de la muerte entre 1977 y 1980. El cardenal Gregorio Rosa Chávez nombrado por el papa Francisco , dijo en la misa de beatificación “nuestros mártires pueden ayudarnos a recuperar la memoria. Para ello, tenemos que recuperar el espíritu de los Acuerdos de Paz y la ruta que ahí se trazó”.
En dos ocasiones reiteró “Nuestros mártires pueden ayudarnos a recuperar la memoria para que no renunciemos al sueño de ver a nuestro país reconciliado y en paz.

Esta reivindicación da validez e importancia de los Acuerdos de Paz que siguen vigente muy en contraposición al discurso de descalificación y banal del Bukele y su gobierno que intenta a como sea ignorar la historia y hechos tan importantes como la de estos santos varones que ofrendaron sus vidas en momentos de terrorismo de Estado durante los régimenes militares a finales de los 70s y principios de los 80s.
En una tarde soleada y con cánticos, cientos de personas vibraron durante la ceremonia de beatificación de los dos sacerdotes defensores de campesinos y trabajadores, y los dos laicos cuyas muertes impactaron en medio de una cruenta guerra civil.

Rutilio Grande, un sacerdote jesuita que inspiró a San Óscar Romero, fue víctima de los escuadrones de la muerte junto a sus dos amigos laicos y compatriotas, que lo acompañaban cuando fue atacado. Por su parte, el sacerdote franciscano Cosme Spessotto, originario de Italia, murió a tiros mientras oraba frente al altar de su parroquia en San Juan Nonualco. Los cuatro serán elevados a la categoría de beatos y mártires de la fe y la justicia 40 años después de que fueran asesinados.
Grande, de 49 años, fue asesinado el 12 de marzo de 1977 junto a Manuel Solórzano, de 72, y Nelson Rutilio Lemus, de 16, cuando conducía un vehículo en una carretera rural del municipio de Aguilares al norte de la capital. El crimen fue atribuido a la entonces Guardia Nacional, uno de los cuerpos de seguridad más represivos y que fue disuelto años después.
Los cuatro mártires de la fe y la justicia fueron declarados oficialmente beatos en una emotiva ceremonia presidida por el enviado especial del papa Francisco, el cardenal Gregorio Rosa Chávez quien señaló que se debe reconocer la vida de los dos sacerdotes y los dos laicos, escogidos como modelos a seguir.

“Rutilio, Manuel, Nelson y Cosme, dan nombre a todas las víctimas inocentes ofrecidas en el sacrílego altar de los ídolos del poder, del placer y del dinero. La sangre derramada por nuestros mártires asociada a la del sacrificio de Cristo en la cruz es germen de reconciliación y de paz”, dijo Rosa Chávez.
Fieles católicos de todo el país, muchos de ellos provenientes de la zona de Aguilares y San Juan Nonualco, acudieron a la ceremonia, sostenían imágenes de Grande, Spessotto y los dos laicos, y portaban banderas blancas y amarillas del Vaticano.