El aumento del calor enferma los cafetales de El Salvador

Esa inestabilidad en el régimen de lluvias al año amenaza cada año a los bosques de café en El Salvador  y los caficultores temen que su inclemencia acabe con las cosechas.

A finales de octubre en un  viaje por dos fincas ubicadas en las regiones más altas del país -La Palma y Los Naranjos- caminando por  miles de plantaciones de café que se preparaban para dar su fruto. El camino era resbaladizo por la humedad de la época. El invierno ha traído consigo algunas lluvias. Pero no las suficientes, como sí solía hacerlo hace 15 años, relata Ever Díaz, propietario de la finca Milady de La Palma.

“La finca tiene una altura de 1.350 metros sobre el nivel del mar; siento que es una buena altura. Hay otras fincas que se encuentran más arriba, pero [para ser prósperas] tiene que ver mucho el cuidado, porque si no le dan los tratamientos que el palo requiere, de nada sirve que tenga la finca muy alta”.

La cosecha apenas empieza en la finca Milady. Los granos de café no han crecido lo suficiente y algunas plantas ya asoman manchas de color amarillo tenue que indican la presencia de hongos. Díaz toma la hoja de una de sus plantas y con risa nerviosa explica que la roya es un hongo que debilita la hoja y hace que se caiga. Observa la ropa de quienes lo acompañan porque según dice, el hongo es tan contagioso que se adhiere y se propaga también por medio de la ropa.

Milady ha sido fumigada siete veces contra ese hongo: “Una fumigada de toda la finca anda cerca de 500 dólares, y para la roya este año he dado siete fumigadas, o sea 3.500 dólares. Y de ahí pagué otras dos de foliares para detener la flor”, relata Díaz.

Dado que la finca se encuentra en una zona de mediana altura se corre el riesgo de que el hongo sea más agresivo con los cultivos.

El impacto de las temperaturas en el ecosistema

“El hongo de la roya no apareció por el cambio climático. Tiene años de existir. Ha sido parte del agroecosistema cafetalero por años. Lo que sí es que las temperaturas más calientes aumentan el nivel de intensidad en la expansión de ese hongo, así como la defoliación del arbusto del cafeto”, explica el experto en sostenibilidad y medio ambiente, Juan Marco Álvarez.

En el recorrido por Milady, el clima cambia dos veces. El sol y la humedad pelean su terreno. “Se ha sobrecalentado la tierra”, dice Díaz mientras mira los árboles que dan sombra a sus plantaciones. “Las plantas sienten el gran calor, por eso hay que ponerle más sombra”.

Cuando Díaz comenzó a cosechar café hace 15 años, La Palma tenía un clima frío, asegura. El cambio que ha visto en la temperatura durante este tiempo ha sido “drástico”. Con la esperanza de al menos durar veinte años más en el negocio, el caficultor sabe que si la inestabilidad climática continúa tendrá dos opciones: bajar la calidad de su café -de especial a genérico- o migrar a zonas más altas en El Salvador.

“A medida que aumente la temperatura, las plantaciones de café se van a ver forzadas a migrar hacia arriba: hacia los polos y hacia zonas más elevadas en el mismo país. Si el calentamiento continúa al ritmo que va, la producción de café se va a desplazar 58 kilómetros hacia los polos o 37 metros hacia arriba por década. Si no le apostamos al Acuerdo de París se espera que la altitud mínima adecuada para la producción de café aumente unos 400 metros. Un dato que aflige”, sostiene Álvarez.

El hongo de la roya intenta aferrarse a los cultivos como sea posible. Si hay mucho sol, se propaga y, si hay mucha humedad, también. Pero claro, controlar el clima no está en manos de los caficultores.

La temperatura global de la Tierra es cada vez más alta. Un informe sobre la ‘Brecha de Emisiones 2021’ del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) deja un mensaje claro: los compromisos climáticos actuales son insuficientes para evitar que a finales de siglo la temperatura global llegue a los 2,7 ºC.

“Las temperaturas aumentan 0,2 grados centígrados por década. Hoy por hoy, el aumento de la temperatura global anda por 1,5ºC. (…) Así como vamos, la temperatura al 2050 va a ser mucho más alta. Todas las épocas del año son cada vez más cálidas. El rango de temperatura se amplía a medida que los meses calurosos se vuelven más calurosos y los meses húmedos se vuelven más húmedos”, explica Álvarez.

La caída del café en El Salvador

No todos los caficultores han logrado superar la inestabilidad del clima o la inclemencia de los hongos en sus cultivos. Además, según asegura la Asociación Cafetalera de El Salvador (ACAFESAL) —la gremial más antigua del país— los caficultores no han gozado, además, de políticas públicas sostenibles en la última década.

La época de oro del café salvadoreño fue en las décadas de los años 80 y 90. En ese entonces surgió la premisa de que el país centroamericano tenía uno de los mejores cafés del mundo y, hasta hoy, los apasionados del mismo lo siguen considerando de una calidad incomparable.

La producción para esos años rondaba los 4.200.000 quintales de café. Esto ubicó a El Salvador como uno de los exportadores más importantes del mundo al lado de Brasil y Colombia. Pero en el 2012 cayó a 1.730.000 quintales. Entonces, ¿qué ocurrió con la producción si el país aún no sufría el impacto de la roya que devastó Centroamérica?

“En 2012 comenzó a decaer la producción por falta de políticas de gobierno. No había renovación, no había créditos oportunos. Pero creo también que la caída del café es una combinación de varios factores. Si vamos a los años atrás, la roya solo afectaba cafetales de media y baja altura. En los últimos años ya atacó la estricta altura”, explica Omar Flores Hidalgo, presidente de ACAFESAL.

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