Los secretos del Palacio Bonaparte que hoy es un hotel exclusivo frente a la Torre Eiffel

París es tantas cosas que los adjetivos se sonrojan. Glamour y tradición. Historia y cultura, Gastronomía y moda. Elegancia y vanguardia. Todas esas mixturas se recogen en un palacio recuperado gracias a manos mágicas que comprendieron su sentido, la relevancia de su arquitectura, el tránsito de su historia y cuán armonioso puede ser conservar sustentablemente la historia en tanto se la vive en melodía moderna.

Originalmente construido en 1896 como el hogar del príncipe imperial francés Roland Bonaparte, las áreas más históricas del antiguo Palais fueron catalogadas por la institución francesa Monuments Historiques, una iniciativa emprendida por Shangri-La, justamente el hotel que hoy se inserta en el emblemático edificio.

Un espacio que vuelve a dar la bienvenida a parisinos y viajeros del mundo dentro de sus muros, 114 años después de que el príncipe abriera por primera vez las puertas de su palacio residencial a la sociedad parisina.

La historia redescubierta del edificio y su importancia cultural como el hogar de uno de las familias aristocráticas más notables de Francia son el núcleo de este espacio.

Todo comenzó en mayo de 1891, cuando el príncipe Roland Bonaparte compró casi 3.000 metros cuadrados de terreno en la Avenue d’Iéna en el distrito 16 de París, que sigue siendo hoy el barrio más elegante de la ciudad. Ubicado entre la estatua de George Washington y la Torre Eiffel, el sitio fue seleccionado por el príncipe por su proximidad al Sena y su ubicación estratégica en el corazón de los escenarios urbanos y sociales más emocionantes de la capital.

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