La justicia chilena aumentó las penas de prisión contra los militares que asesinaron a Víctor Jara

La Corte de Apelaciones de Santiago elevó las condenas de siete miembros del Ejército en retiro por su responsabilidad en los delitos de secuestro calificado y homicidio calificado del cantautor Víctor Jara ocurrida el 15 de septiembre de 1973, cuatro días después del golpe militar. Las mismas condenas fueron decretadas por los delitos cometidos contra el entonces director de prisiones, Littré Abraham Quiroga. Los militares en retiro fueron condenados por el tribunal de alzada a más de 25 años cada uno, por la muerte y tortura de las víctimas. En tanto el ex oficial Rolando Melo Silva, deberá purgar ocho años de presidio por haber encubierto ambos crímenes.

La determinación de la octava sala del tribunal elevó la sentencia a los condenados por la gravedad de los hechos y los malos tratos a los que fueron sometidos durante su prisión en el entonces Estadio Chile, actual Estadio Víctor Jara.

En la resolución, la Corte condenó por los ilícitos a Raúl Jofré González, Edwin Dimter Bianchi, Nelson Haase Mazzei, Ernesto Bethke Wulf, Juan Jara Quintana y Hernán Chacón Soto a penas de 15 años y un día, en calidad de autores de los homicidios, y a 10 años y un día de presidio, como autores del delito de secuestro calificado de ambas víctimas.

Detalles del fallo

El fallo asevera que “por el solo hecho de pensar distinto al adherir públicamente al gobierno civil democráticamente elegido y en ejercicio, y estimárseles opositores al régimen militar violento que se hacía del poder político, es que recibieron día a día maltrato y vejaciones, sin pausa”. Asimismo, detalla que “las víctimas fueron secuestradas sin que mediara orden alguna de autoridad competente” además de mantenidas “en precarias condiciones, sometidas a interrogatorios ilegales y maltrato físico permanente entre el 12 y el 15 de septiembre de 1973″.

Según el poder judicial, lo anterior es “demostrativo de la sinrazón y el odio visceral que despertaban los dos ofendidos de autos, no obstante desempeñarse con propiedad y de manera destacada” en sus respectivos campos.

El texto entrega detalles escabrosos de las torturas. En él, aclaran que el cantautor y académico de la Universidad de Chile “tenía su mano izquierda lesionada así como su ojo izquierdo, producto de golpes recibidos al regreso de esas declaraciones, vejaciones que llegaron a límites inconcebibles, como aconsejarle que ‘cantara’ alguna canción a un teniente de rasgos germánicos por deseos de sus captores, u ordenarle a apoyar las manos en un muro, las que golpeaban sus captores con las culatas de sus fusiles, siendo arrastrado por los mismos soldados hacia otro sector del Estadio Chile, estado que no impedía a que día a día se repitieran los malos tratos”.

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