El Salvador tiene uno de los protocolos de manejo de cadaveres de fallecidos por COVID-19 más restrictivos de América Latina, especialmente en lo que se refiere a la entrega del cuerpo a los familiares, velaciones y funerales. El contagio a través del cadaver, especialmente después de su preparación, es extremadamente bajo y no se ha documentado ningún caso a nivel global, escribió en su cuenta de twitter el médico epidemiologo Wilfredo Clará.
Recuerda el profesional que el riesgo de contagio aumenta entre los asistentes a un velorio o funeral, si no se cumplen las medidas preventivas. En realidad, estas circunstancias no son exclusivas de este tipo de reunión.

Una fiesta familiar, un evento deportivo, el uso del transporte público o una salida de ocio, pueden suponer igual o mayor riesgo de contagio. Y a fuerza de ser sinceros, sobre estos últimos no existe el mismo celo en aplicar restricciones como si lo hay cuando se trata de una velacion o funeral, cuestiona Clará.
No es difícil adivinar que lo que subyace en realidad es un temor/estigma a los fallecidos por COVID-19, al cadaver; estigma que se ve nítidamente ejemplificado con el transporte del cuerpo a su destino final con escolta policial y sirena y sirena abierta a plena luz del día, dejando a la población estupefacta cuando pasa la fila de vehículos que van de los centros hospitalarios con fallecidos a causa del Covid.

El temor real no es a la aglomeración en sí, sino al cadaver por COVID-19. Y luchar contra un estigma alimentado desde el inicio de la pandemia, no solo implica aplicar el conocimiento sino el sentido común y la racionalidad. Los familiares de los fallecidos tienen el derecho de despedirse de ellos con dignidad, refiere el especialista.
El reconocimiento facial directo del cuerpo debe de ser permitido y las velaciones limitadas y supervisadas podrían ser una opción razonable a considerar.